Una amiga compartió conmigo algo que descubrió sobre ella después de tomar una evaluación de personalidad. Me dijo que su inquietud y su constante búsqueda de algo eran características de su personalidad. Le pregunté si el saber eso la ayudó en algo. Ella respondió afirmativamente. Lo que me sorprendió fue que nada ha cambiado, excepto el hecho de cuánto mejor nos sentimos cuando podemos decir: “¡Así soy yo! ¡Finalmente alguien me entiende!” Pero de repente este pensamiento me vino: ¿El objetivo final es comprender la complejidad de nuestra propia personalidad? O quizás nos sentiremos libres cuando aceptemos la personalidad que tenemos y le pidamos a Dios que la adapte a la imagen de Su hijo y que sigamos el patrón de Cristo en nuestras respuestas.
Dependiendo de dónde empecemos cada uno de nosotros con el paquete de todas nuestras respuestas naturales y aprendidas, conformarnos a la imagen de Cristo requerirá más fe para algunos que para otros. Aún así, me encuentro respirando más tranquila cuando me relajo al tratar de descubrir las complejidades de mi propia personalidad y utilizar cualquier información que descubro sobre mí para acercarme más a donde Dios quiere llevarme. Mi objetivo final es una vida entregada a honrar a Dios con un temperamento controlado por el Espíritu Santo.
Cuando oro por tí, escucho una canción de victoria. Creo en tí porque creo en el poder de la Palabra de Dios en tí, cuando pones Su palabra en acción.
Con cariño de Anita Carman