Un día, mi cachorro de ocho años se cayó y sufrió un ataque justo delante de mí. En lugar de escalar la situación con pánico, Dios me guió a no hacer peor el drama, sino a tomar una pausa, a evaluar y a responder con la mente presente. El hecho era que no podía hacer nada más que esperar a que cesara la convulsión. Luego podría evaluar la situación y determinar el mejor curso de acción. Al igual que los vientos fuertes que deben soplar su curso antes de cesar, algunas situaciones en la vida necesitan tiempo para resolverse. Desde una posición de calma, Dios quiere que respondamos con seguridad y cumplamos Su mandato de dominar la tierra.
Cuando oro por tí, escucho una canción de victoria. Creo en tí porque creo en el poder de la verdad de la Palabra de Dios en tí, cuando pones Su verdad en acción.
Con cariño de Anita Carman