Cuando un amigo en el que confías te apuñala por la espalda, no te sorprendas cuando necesites tiempo para recuperarte. Es posible que haya pintado una imagen positiva con el público como una forma de ocultar su vergüenza. Después de todo, ¿cómo pudiste haber estado tan engañado? Puede que te hayas alimentado de optimismo como estrategia de supervivencia porque, después de todo, aún debes liderar a pesar del golpe a tu corazón. Pero ¿qué pasa si este hablar positivamente te hace sentir desconectado y parte de ti está muriendo por dentro? ¡Intenta decir la verdad y encontrarás la vida otra vez! Habla con la verdad en algún lugar, aun cuando no sientas la libertad de decirlo públicamente.
El apóstol Pablo dijo: “Dimas me abandonó”, “Alejandro, el trabajador del metal, me hizo mucho daño”. Es posible que tus declaraciones no se encuentren en registros públicos, pero ten la seguridad de que están registradas en los registros de Dios. Algunas heridas son declaraciones de hechos que deben contarse antes de que podamos sanar. No evitarás los hechos diciéndote a tí misma “no debería sentirme así”. En lugar de eso, deja de desconectarte de ti misma y pregúntate por qué te sientes muerta por dentro. Por difícil que sea admitirlo, ten el valor de decirlo como lo hizo el apóstol Pablo cuando expuso a Dimas como una mala noticia, o a Alejandro como no un buen tipo. Gracias a Dios, te mostró la verdad sobre una persona más temprano que tarde. Alabado sea Dios porque esas personas ya no son parte de tu historia. Ahora respira aire fresco y recibe las buenas noticias de que estás en camino a la curación y a una vida mejor sin ellas.
Cuando oro por tí, escucho una canción de victoria. Creo en tí porque creo en el poder de la verdad de la Palabra de Dios en tí, cuando pones Su verdad en acción.
Con cariño de Anita Carman