Por Anita Carman
Querido creyente,

¿Alguna vez has sentido la ausencia de paz porque alguien en quien dependes no está caminando a tu lado? Al estar acostumbrado a estar tan seguro, ¿acaso te has encontrado estar vacilante e incierto?

En 2 Corintios 2:12-14, el apóstol Pablo nos dice: “Ahora bien, cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, descubrí que el Señor me había abierto las puertas. Aun así, me sentí intranquilo por no haber encontrado allí a mi hermano Tito, por lo cual me despedí de ellos y me fui a Macedonia.” NVI

¿Has visto las palabras “el Señor me había abierto las puertas”? En medio de estar seguro de que tener las puertas abiertas para el ministerio fue diseñado por Dios, vemos a Pablo inseguro y vacilante para seguir adelante. Dijo: “me sentí intranquilo”. Atribuyó la causa de su incertidumbre al “No haber encontrado allí a mi hermano Tito”. Como respuesta a la ausencia de Tito, el Apóstol “se despidió de ellos y se fue a Macedonia”.

En retrospectiva, el Apóstol admitió que se fué antes de tiempo. Por eso, dijo, “Pero gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes…” Él estaba diciendo, “me equivoqué pero gracias a Dios Él me rescató.” Él decía que Dios en su gracia, le dio el éxito en sus otras obras, aun cuando él había dejado por error una asignación divina.

Oh Fiel, cuando tengas ausencia de paz, tómate tiempo para evaluar lo que está causando la falta de paz. El hecho que haya falta de paz, no significa que Dios te esté redirigiendo. Cuando Pablo recicló más los hechos, llegó a la conclusión de que Dios era el que había abierto las puertas y él fue el que se retiró de una bendición. Al aprender de los errores de Pablo, pregúntate a ti mismo: “¿Quién abrió las puertas de ésta oportunidad?” Si estás seguro de que Dios es el que abrió las puertas, entonces encuentra tu confianza en Dios y en Su tiempo.

A fin de cuentas, Dios es la relación segura y eterna en nuestras vidas. Con o sin el “Tito” en tu vida, la misión de Dios continúa.

Mi oración es porque esta devoción te haya animado de alguna manera especial. Cuando oro por ti, escucho una canción de la victoria. Creo en ti porque creo en el poder de la Palabra de Dios en ti, y cómo pones Su palabra en acción.

Con cariño, Anita

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