Escrito por Anita Carman
Querida Creyente,
¿Alguna vez has sufrido una decepción después de experimentar un gran éxito? ¿Caes en pensamientos diciendo “¿Y qué?” o “¿Y ahora qué?”? ¿Cómo podemos mantener la satisfacción de nuestro éxito sin dejar que la euforia se convierta en depresión? Permíteme compartir contigo lo que Dios me ha enseñado
Hace muchos años, Dios me mostró que Él quería que yo dedicara mi vida a la adoración. Esto significa hacer las cosas con el fin de honrar a Dios y mostrar al mundo que Él es digno. Cuando se trata de cumplir con metas o llegar a un gran logro, yo deliberadamente me separo de los elogios para estar a solas con Dios. Trato de alejarme de la lectura de cualquier historia de encabezado para dejar de centrarme en los detalles del éxito. En lugar de eso, trato de salirme de la esfera de la realización física para adorar en el entorno espiritual. En Juan 4:24, Jesús dijo: “Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.” NVI. Es sólo cuando entrego todos mis logros en el altar que puedo entrar en el mundo de adorar a Dios en espíritu. Esto simplemente significa dar a Dios de todo corazón y no permanecer demasiado tiempo concentrada en mis éxitos. Sólo entonces puedo experimentar la plenitud de Dios en mi corazón. Sólo Él puede llenar mi corazón hasta rebosar. Cualquier otra realización no tiene ese poder permanente.
¿Cómo has permitido que tu éxito sea tu adoración? En lugar de saborear los detalles del éxito, me pregunto hoy si necesitas entregar tu éxito al altar y concentrarte en la adoración a Dios.
Oro porque este mensaje te haya animado de una manera especial. Cuando oro por tí, escucho una canción de victoria. Creo en tí porque creo en el poder de la Palabra de Dios en tí, y cómo pones Su palabra en acción.
Con cariño, Anita