Al pensar en todas las Navidades de mi vida, recuerdo momentos de mi infancia en los que añoraba un objeto material como una muñeca o un vestido. Después, en mi edad adulta, esperaba recibir boletos para un concierto o tarjetas para una cena en un elegante restaurante. Pero los mejores regalos que recibí en Navidad siempre tenían que ver con una relación, como tener un nuevo cachorro o la anticipación que alguien nos visitara de fuera del estado o fuera del país. Dios me enseñó hace años que la felicidad proviene de las relaciones y no de las cosas. La emoción de una carrera o la de alcanzar una meta nunca es tan emocionante como cuando encontramos conexión entre nosotros y tenemos éxito juntos. ¿Hay alguien que dejaste atrás mientras perseguías tus sueños?
Dios me enseña con su ejemplo que lo que Su corazón anhelaba era una relación. Jesús vino a la tierra para salvar una relación. ¿Qué relación necesitas proteger esta Navidad? ¡Que tengas una feliz navidad!
Cuando oro por tí, escucho una canción de victoria. Creo en tí porque creo en el poder de la verdad de la Palabra de Dios en tí, cuando pones Su verdad en acción.
Con cariño de Anita Carman