Cuando mi hijo se mudó para quedarse con mi esposo y conmigo después de que su casa se inundó, su esposa y dos cachorros vinieron con él. Cuando mi hijo se mudó de regreso a su casa, la Labradoodle en miniatura se quedó porque así lo quise. Observé que ella tenía necesidades especiales y, como siempre he sido una persona canina, me ofrecí a ser la que la atendiera. Chibi ha contribuido tanto a nuestra alegría como a nuestros ajustes. Al intentar romper una pelea de perros con mis propios perros, me caí por las escaleras y me rompí el pie. Luego Chibi encontró mi protector bucal que accidentalmente dejé en mi cama y decidió usarlo como juguete para masticar. Durante varios meses llevé puesto un protector bucal con una cuarta parte de sus extremos masticados. El dentista dijo que el desequilibrio en el protector bucal podría haber inflamado la articulación de la mandíbula, lo que a su vez podría haber contribuido a mi episodio de vértigo. Mi esposo dijo: “Estos perros son un gran gasto”. Ambos coincidimos en que era la declaración de un hecho, pero no nos influyó para cambiar nada. Tomamos la decisión de ofrecer a nuestros hijos y grandes cachorros un refugio seguro. Peleas de perros y guardias de boca masticados fue una consecuencia inesperada, pero que aceptamos con gusto como resultado de nuestra primera decisión.

En la vida, es importante establecer la motivación detrás de tus decisiones y luego dejar que el amor cubra todos los ajustes. La cuestión profunda no es “¿Cuánto costó eso?” Sino “¿Cuánto estoy dispuesto a amar para pagar el costo?” Dios amó tanto al mundo que “dio”. ¿Qué estás dispuesto a dar por el costo de amar?

Cuando oro por tí, escucho una canción de victoria. Creo en tí porque creo en el poder de la verdad de la Palabra de Dios en tí, cuando pones Su verdad en acción.

Con cariño de Anita Carman