La nostalgia nos golpea a todos. Puedes anhelar un momento en que estuviste rodeada de amigos cercanos y extrañar tener relaciones del mismo nivel en tu vida actual. Quizás recuerdes con cariño el momento en que tu ministerio o negocio comenzó y te despertabas corriendo y no podías esperar para aprovechar el día. Luego pasó el tiempo y sucedieron los cambios y te encuentras en un lugar donde puedes describir el ayer más vívidamente que tu mañana.

Puede que no lo sepas, pero en realidad estás en un lugar de crecimiento donde tu base de fe del ayer te ha puesto en un lugar perfecto para elevar la visión. Esta no es una temporada para recuperarse sino para aumentar tu enfoque. En lugar de vivir en la gloria de ayer o mirar congelado los obstáculos actuales, pregúntate si terminaste lo que Dios te propuso hacer. No te conformes con menos. Este no es un momento para la autocompasión, sino la prueba más grande para que un líder emerja como el que sigue en pie y sigue liderando. La historia aún no ha terminado, así que elige escribir un final digno del gran Dios al que servimos. No fuimos creados para agotarnos o cansarnos, sino para proclamar con victoria como lo hizo Jesús cuando gritó “Está terminado”. Quizás terminar significa no permitirse perseguir la siguiente visión antes de terminar la primera o soñar despierto con nuevas visiones porque la actual es demasiado difícil. Quizás terminar significa eliminar los obstáculos tanto en tus relaciones como en tus propios malos hábitos que te impiden correr como el viento para poseer el último tramo de la carrera. Pregúntate qué camino requerirá una mayor fe. Luego, elije el camino de mayor resistencia porque estarás seguro de que es el camino que Dios ha elegido como cuando Jesús fijó su mirada intensamente hacia Jerusalén. La resistencia puede ser de quienes te rodean o de circunstancias externas, pero no permitas que haya resistencia desde tu interior. Jesús no tenía conflicto internamente.

Cuando oro por tí, escucho una canción de victoria. Creo en tí porque creo en el poder de las verdades de la Palabra de Dios en tí, cuando pones Sus verdades en acción.

Con cariño de Anita Carman